Cuando llegaron los europeos hace más de cinco siglos a los países de los Andes, se encontraron con pueblos muy sanos y bien nutridos. La estructura social proveía alimentos a toda la población en tiempos de sequía a pesar de las dificultades del transporte y del clima inhóspito. Los pueblos con su sabiduría y conocimientos manejaban los bosques y los cultivos; sus dietas y estilos de vida les mantenían saludables. ¡Qué ironía terrible que en los tiempos modernos con tanto avance científico, las enfermedades crónicas sigan en aumento año a año!
Tal vez aún más notable es que los pueblos originarios no tenían tantos alimentos como los que conocemos en el mundo actual. En las Américas no existían ni trigo ni arroz, tampoco animales como cerdo, pollo o ganado vacuno y finalmente no habían brócoli, ni zanahorias.
Los pueblos satisfacían sus necesidades calóricas con maíz y una variedad enorme de tubérculos y raíces. La proteína animal que consumían venía de: cuyes (conejillos de indias), perros nativos, llamas, animales salvajes y pescado, pero no la comían todos los días. En forma cotidiana eran vegetarianos – comían frijoles, maní, semillas de calabaza/zapallo y ciertos pseudo-cereales altos en proteína como la quinua y el amaranto. Actualmente en América del sur la mayoría de la población no tiene déficit en cuanto a su consumo de calorías y proteínas, pero lo que les están faltando es lo que sabían comer hace tantos siglos, HOJAS, LAS HOJAS VERDES.
Hace siglos, la agricultura , sin pesticidas para matar la maleza, permitía que las hojas verdes se encontraran, listas para la recolección diaria. Directo de la planta, comidas frescas, los micronutrientes (vitaminas, minerales y antioxidantes) estaban disponibles y eran abundantes. Y justamente son los micronutrientes los que nos protegen de las enfermedades. Los pueblos originarios tenían acceso facilísimo a la mejor de la nutrición; somos nosotros, la gente moderna, quienes tenemos que reflexionar sobre como comemos, para poder aprovechar de las hojas verdes.
Cuando una excelente ONG (organización no-gubermental) en Colombia me pidió organizar talleres hace un par de meses, me causó una gran sorpresa que no querían que trabajara en la promoción del consumo de hortalizas. Con frecuencia con miembros de comunidades o barrios, cocinamos juntos en las formas que ellos preparan sus platos, y se añade las hortalizas dentro de sus comidas cotidianas. Pero esta ONG estaba en contra de las hortalizas, ¿cómo era esto posible?
Ahora les entiendo. Estaban en contra de la costumbre de servir las verduras como un plato separado/las ensaladas que se preparan con hortalizas de Europa, alimentos sin mucha aceptación cultural en América del sur. Lo que me quedaron fueron las hojas verdes nativas y aprendí a trabajar en la promoción de las hojas verdes. Consecuentemente en las comunidades caminamos alrededor de las propiedades en búsqueda de hojas comestibles, las recolectamos, las cocinamos y las gozamos – deliciosas!! Son las mismas hojas que promocionan la salud, aumentan las defensas y aportan fibra y vitaminas y minerales. Mientras cocinamos juntos y luego compartimos nuestras creaciones, damos gracias por la oportunidad de comer bien y de proteger nuestra salud.
Permítanme compartir algunas cifras sobre el valor nutritivo de las verduras nativas en comparación con las hortalizas de Europa. Los berros, autóctonos de las Américas, proveen 64 veces más vitamina A, 6 veces más calcio y casi 3 veces más hierro que las remolachas/beterraga.
Composición nutricional de verduras en porcentajes de los requerimientos diarios (Los valores nutricionales son presentados en porcentajes de los requerimientos diarios, asumiendo una dieta de 2000 calorías y una ingesta de 100 gramos de la porción comestible de la verdura.)
Por favor, no crean que estoy en contra a las magníficas hortalizas del planeta. Me encantan y las como siempre. PERO, lo que aprecio y encuentro tan útil y atractivo son las hojas, y especialmente las que botánicamente tienen su origen en las Américas.
En mi huerto que crece todo el año, tengo muchas hojas: amaranto (ataco/sangorache), bledo, acelga, “kale”/col europea y muchas otras. Al tener un número reducido de cada variedad no hay ningún necesidad de fumigar con tóxicos (excepto con ají/chile). Parece que soy una agricultora orgánica!
En mis próximos posts, voy a compartir con ustedes sencillas y deliciosas formas de comer las hojas. Mucho mejor que la espinaca enlatada de Popeye!!
Para profundizar con más información nutricional sobre hojas, por favor vea el artículo: El valor de las hojas comestibles http://www.allpachaski.com/2015/02/las-hojas-comestibles/